La extinción es la pérdida irreparable e irremplazable de un organismo. Tres cuartas partes de las extinciones han sido causadas por el hombre. Para la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza – UICN, una especie está extinta cuando no queda duda alguna de que el último individuo ha muerto. Se presume que un taxón está extinto cuando prospecciones exhaustivas de sus hábitats, conocidos y/o esperados, en los momentos apropiados (diarios, estacionales anuales) y a lo largo de su área de distribución histórica, no han podido detectar un solo individuo. Las búsquedas deberán ser realizadas en períodos de tiempo apropiados al ciclo de vida y formas de vida del taxón.
Un taxón está extinto en estado silvestre, cuando sólo sobrevive en cultivo, en cautiverio o como población (ó poblaciones) naturalizadas completamente fuera de su distribución original. Se presume que un taxón está extinto en estado silvestre cuando exploraciones de sus hábitats conocidos y/o esperados, en los momentos apropiados (diarios, estacionales anuales) y a lo largo de su área de distribución histórica, no han podido detectar un solo individuo. Las búsquedas deberán ser realizadas en períodos de tiempo apropiados al ciclo de vida y formas de vida del taxón.
CAUSAS POR LAS QUE SE PRODUCE LA EXTINCION
En nuestro país son varias las causas que han llevado a muchas especies de fauna silvetsre a desaparecer y a otras, las ha expuesto a un alto riesgo y vulnerabilidad. La primera es la destrucción de su hábitat debida a la expansión de actividades agrícolas, ganaderas y procesos de colonización, a la producción maderera, consumo de leña, incendios forestales construcción de obras civiles y cultivos ilícitos.
Desde los años 50, ya los bosques no llegan a cubrir el 50% del territorio nacional. Los que se encuentran por debajo de los 1000 msnm se han diminuido en un 33% y sólo quedan 15 remanentes de bosque seco, de menos de 15Has cada uno (Min. Del Medio Ambiente, 1996).
Utilización de suelo por actividades humanas hasta 1996
El aumento demográfico en el país y el desplazamiento de la población afectada por la violencia, ha llevado a que se incrementen las necesidades alimenticias, sanitarias, de vivienda y otras en el territorio y se distribuyan y consuman inequitativamente los recursos biológicos. Por tales razones, las actividades agropecuarias y la industria maderera, se han convertido en una seria amenaza para las áreas naturales, pues 38.400.000 Has se han ocupado del total de 1.114.740 Km2 del territorio nacional.
Para el año 2000 se estimó la utilización de doce (12) toneladas de leña para la preparación de alimentos y fuente alterna de combustible siendo las zonas más afectadas: la región andina, la Costa Atlántica y zonas áridas de los valles interandinos. Los bosques naturales y plantaciones forestales contribuyeron con un millón de toneladas por año (Cháves, 1997).
Con respecto a los cultivos ilícitos, se han talado indiscriminadamente un millón de Has de bosque nativo. Para la siembra de una hectárea de coca, se destruyen cuatro (4) Has de bosque húmedo tropical y para Amapola 2,5 Has de bosque alto andino. La Policía antinarcóticos (www.policia.gov.co), reportó la fumigación para el año 2001 de 94.153 Has sembradas en coca y 2267 en Amapola (cuadro 2), que comparado con 1997, demuestra que el cultivo de coca sigue en auge a pesar de los esfuerzos por erradicarla.
El cultivo de Amapola, se ha extendido por todo el país y las regiones montañosas no han escapado a este problema, especialmente en la cordillera central, que además de atraer la violencia, ha destruido grandes áreas de páramo y fuentes de agua.
Aspersión de cultivos ilícitos por la Policía Antinarcóticos 1997 - 2001
Todas las anteriores actividades destruyen la capa vegetal y el humus del suelo, ocasionan la pérdida de la cobertura vegetal, cambios en el clima, lavado de nutrientes, sequías, inundaciones e influencia considerablemente la capacidad de retención y calidad del agua superficial.
Las áreas del Sistema de Parques Nacionales Naturales por ejemplo, se están convirtiendo en islas. Con respecto a los páramos, los incendios inducidos para habilitar pasturas, han eliminado entre el 6 - 8 % de su superficie en Colombia; lo que trae como consecuencias la desecación de pantanos, pérdida de retención de agua y eliminación de macollas y frailejonales. Esta fragmentación simplifica los hábitats y los convierte en lugares hostiles para la vida silvestre afectando sus funciones básicas de reproducción, convivencia, interacción con otras formas de vida y nutrición entre otras.
Introducción de especies exóticas o invasoras
La introducción de organismos exóticos o invasores puede ser tan perjudicial para las especies y ecosistemas nativos como la pérdida del hábitat según IUCN, 2000. La información sobre las especies introducidas en Colombia y los efectos sobre comunidades locales es reducida; sin embargo, se reportan las características de las especies tanto invasoras, como las susceptibles de ser invadidas
A medida que los procesos de degradación del hábitat se van desarrollando, ya barreras como montañas, océanos, ríos y desiertos se van volviendo ineficaces para detener la acción de especies invasoras y por el contrario, están permitiendo condiciones óptimas de propagación. Esta es la segunda causa de pérdida directa de la biodiversidad (McNeely y Strahm, 1996; citados por Andrade 1997)
Reportes de introducción de especies animales exóticas, dan cuenta de simbiosis con especies dañinas, conversión en plagas, predación de especies domésticas y nativas silvestres, portadores de virus y enfermedades. En Colombia casos como la introducción de la hormiga loca (Chacón, 1997) y la rana Toro (Rueda, 1997) son algunos ejemplos
Características de especies invasoras y comunidades susceptibles y
afectadas por invasión de especies
afectadas por invasión de especies
Contaminación. Muchas veces el ambiente es el receptor de descargas contaminantes como residuos domésticos, emisiones, vertimientos industriales y agropecuarios, etc,. que causan cambios en el suelo, erosión, contaminación hídrica y por consiguiente alteración en las cadenas tróficas.
Residuos. Colombia genera más de siete (7) millones de toneladas de basura al año, de los cuales el 77% corresponde a residuos domésticos y 23% al sector industrial (Ortega, 2002), pero la contaminación producida es una situación que se debe a la falta de nuestra conciencia ciudadana sobre el manejo de los residuos y la cultura del reciclaje, es aún lejana y realizada por un grupo reducido de personas. Según Cháves 1997, el 43% de los municipios del país no cuentan con disposición final de residuos lo cual agrava la situación de vertimientos a los cuerpos hídricos por la fuerte carga bacteriana y orgánica.
Aspersión con Glifosato. La fumigación para la erradicación de cultivos ilícitos, además de generar una fuerte controversia por sus efectos en la población, sus siembras agrícolas y animales domésticos - por lo indiscriminado de la aspersión con glifosato -, está provocando que los agricultores desplacen selva adentro sus cultivos lícitos para no perder la producción; creando un impacto importante. La sustitución de cultivos por su parte, no ha logrado colmar las expectativas económicas de los cultivadores, aunque esta propuesta ha sido menos nociva para el ambiente (Ramírez, 1997).
Derrames de petróleo. Según datos de la Empresa Colombiana de Petróleos - Ecopetrol, desde 1986 y hasta el mes de Agosto de 2002, se han derramado 2.872.000 barriles de crudo al medio natural. Por causas naturales (movimientos de tierra) se han presentado 13 roturas y por acciones terroristas, 949 contra el Oleoducto Caño Limón Coveñas.
Entre las consecuencias ambientales se cuenta la poca disponibilidad de oxígeno, baja la calidad del agua y destrucción de la fauna acuática por la alta concentración de aceite. Las pérdidas económicas están representadas en las regalías que se dejan de recibir en los municipios, daño social, lucro cesante de la empresa y gastos por reparación y activación del plan de contingencia.
Caza y tráfico de especies silvestres
La manera como el colombiano concibe y utiliza la fauna silvestre se ve influenciada por un lado de sus raíces indígenas y por otro del proceso colonizador y urbano, afectado por medios de comunicación masivos como la televisión, que puede motivar o desmotivar actividades como la caza, tenencia ó tráfico.
En publicaciones como “Actitudes hacia la fauna en Latinoamérica” de Nassar-Montoya, 2000 y “Nuestros vínculos con los animales” de Páramo y col. 1999, se describe ampliamente las motivaciones que llevan a considerar a los animales como medicina, deidad, agüero, alimento, afrodisíaco, atracción turística, objeto científico, mercancía, compañía, recurso, objeto de protección entre otras. También incluyen cuales son las especies más afectadas y qué se está haciendo por protegerlas en Colombia y algunos países latinoamericanos.
Caza
La actividad de caza se considera como todo acto dirigido a la captura de animales silvestres ya sea dándoles muerte, mutilándolos o atrapándolos vivos y la recolección de sus productos. Son actividades de caza o relacionadas con ella, la captura de individuos, especímenes de la fauna silvestre y la recolección, transformación, procesamiento, transporte, almacenamiento y comercialización de los mismos o de sus productos.
En Colombia existen la caza de subsistencia, científica, de fomento, de control, deportiva y comercial. La primera no requiere de permisos legales pues es realizada principalmente por los indígenas para abastecer necesidades alimenticias y dependen de ella para sobrevivir. Otro grupo conformado por colonos, la practican pero no es imprescindible, ya que cuentan con otras fuentes de proteína.
Para las poblaciones indígenas la caza de fauna silvestre es motivada por la obtención de alimento principalmente (quizás el concepto más divulgado entre todas las culturas del país) y en menor grado para uso medicinal y mítico. Aunque se tiene el concepto general que cazan y aprovechan de manera sostenible este recurso, procesos como el de aculturamiento y el mejoramiento de tecnologías de cacería, pueden estar afectando negativamente las poblaciones naturales según Roda,1997 y Bedoya-Gaitán, 2000.
La caza científica y de fomento requieren de permisos para poder ser llevadas a cabo; la primera es practicada con fines de investigación y la última busca individuos o especímenes para el establecimiento de zoocriaderos (ley 611 de 2000) y se les exige planes de investigación, especies objeto, requisitos de instalación, licencias, etc.
La caza deportiva (fin recreativo y no lucrativo), de control (regulación de poblaciones por órdenes social, ecológica y económica) y comercial (obtención de beneficio económico), están prohibidas por la ley 84 de 1989; pues la población civil las ha ejercido sin criterio ni conocimiento por las percepciones erróneas al atribuirles a los animales poderes, considerarlos competencia por fuentes alimenticias, para obtener sus productos, exhibirlos como trofeo, tenerlos de recuerdo, e incluso venderlos a un alto precio.
La presión de caza ha llevado a muchas especies silvestres a la extinción, como ocurrió desde 1911 con las aves de los humedales (el pato pico de oro (Anas georgica niceforoi), el pato pico azul (Anas cyanoptera borreroi), el capitán enano (Pygidium bogotense) y el zambullidor Cira (Podiceps andinus) cuando se practicaba la cacería deportiva y a muchas otras la ha puesto en serio peligro como el Oso de Anteojos (Tremarctos ornatus), felinos y aves rapaces por ser consideradas plagas. Así éste patrón de uso sea permitido por la ley, puede repercutir en forma negativa si es manejado irresponsablemente y parámetros como la reproducción se ven afectados, disminuyendo las poblaciones de fauna natural.
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